La pornografía está viviendo una era dorada, al menos en lo que a consumo se refiere, entendiendo que nunca antes se había producido ni visto tanto porno como ahora. La industria ya tuvo su primera gran época en los años 70, cuando aquellos filmes independientes lograron romper barreras y convertirse en éxitos de taquilla, incluso en salas comerciales. Las producciones eróticas pasaron de estar casi prohibidas a disfrutar de un halo de glamour que era insólito hasta ese momento. Las tornas cambiaron por la liberación sexual vivida a finales de los años 60, y el sexo empezó a verse como algo más natural. Sin embargo, la industria adolecía de uno de los grandes males de la época, habitual en otros muchos sectores: el sexismo imperante. Esto, unido a que los productores solo buscaban beneficios y no se preocupaban demasiado por los estándares de producción ni por los actores, llevó a la industria a una situación de caos pasada esa era dorada.
La calidad del producto bajó muchísimo, el porno se convirtió en algo aún más explícito y se fue separando cada vez más y más del cine comercial. Y es que en los 70, muchas películas para adultos aún estaban rodadas con buenos mimbres, había una historia alrededor de las escenas sexuales e incluso actuaciones medianamente creíbles. Todo eso se fue perdiendo poco a poco, al entender los productores que aquellos que consumían porno solo necesitaban el sexo en pantalla, nada más. Nadie iba a alquilar este tipo de películas por los diálogos o los efectos especiales, así que se dejó de cuidar tanto esos aspectos. El porno se convirtió en un producto más dentro del ocio, y las películas perdieron buena parte de la esencia que las diferenciaba. Sin embargo, todavía quedaban autores dentro del cine pornográfico que luchaban por cambiar las cosas, por darle una vuelta a este género. Erika Lust es, sin lugar a dudas, una de las cineastas para adultos más sorprendentes, frescas y originales. Una chica nacida en Suecia que ha desarrollado toda su carrera en Barcelona y que tiene una propuesta muy diferenciada en cómo entender el porno, con un prisma muy feminista.
Una directora muy especial
El porno es una industria en la que las mujeres tienen mucha importancia en pantalla, pero luego son los hombres los que deciden, tanto en las labores de producción como en las de dirección. Son ellos también los principales consumidores de este tipo de cine, así que todo está enfocado, al menos en principio, a las fantasías masculinas. Sin embargo, en las últimas décadas han aparecido voces femeninas que buscan hacerse oír dentro de la industria. Mujeres que entienden el porno como una herramienta potente para el empoderamiento, para la igualdad, para generar discusiones sociales en torno a la sexualidad y al papel de la mujer en el mundo. Erika Lust es una de las principales responsables de este movimiento, gracias a sus obras llenas de sensualidad y erotismo, pero con un punto de vista muy distinto al habitual.
Erika Hallqvist, su verdadero nombre, nació en Estocolmo en 1977, y tras estudiar Ciencias Políticas y especializarse en Feminismo, viajó a Barcelona para desarrollar su carrera. Allí estuvo trabajando en diferentes proyectos mientras realizaba cursos de dirección y guion de cine. Su interés por el cine erótico y pornográfico cristalizó en su primer corto, The Good Girl, que apareció en 2004, consiguiéndole una gran repercusión dentro del panorama nacional. No era habitual que una directora se lanzara de esa manera a rodar porno, desde “fuera” de la industria, y con cuidado tan especial a la fotografía, los planes o las actuaciones. Lust demostró en los años siguientes que aquello no era una casualidad, y que había llegado para quedarse.
Rompiendo barreras
No vamos a decir que Lust fuera la primera directora de cine porno que destacaba, porque antes que ella ya había un montón de mujeres que habían dirigido. Eso sí, la mayoría eran actrices que habían decidido pasar al otro lado de la cámara, o directoras que asumían la visión sexista habitual de las escenas pornográficas. Apenas existían directoras capaces de mostrar una visión diferente, más femenina, más propia, porque la industria estaba destinada exclusivamente a los hombres. Lust, sin embargo, demostró que también se podía hacer porno para todos, no solo para las chicas o los chicos, sino para cualquier tipo de público. Sus premios Ninfa, obtenidos a mediados de los 2000, y sus proyecciones en cines y festivales de media Europa, demuestran que el cine porno con prisma femenino también tiene su hueco.
Sus obras más populares
Desde su irrupción con The Good Girl, Erika Lust ha ofrecido al público numerosas obras que, año tras año, han ido agrandando su importancia dentro de la pornografía europea. Aquel primer corto ya consiguió varios premios, pero sería solo el comienzo de una fulgurante carrera. En 2005, la sueca ya afincada por completo en Barcelona montó su propia productora, Lust Films, con la que comenzó a grabar escenas, que colgaba muchs veces en su página web. Lust fue una de las primeras en ver también ese potencial tan enorme que tenía Internet como herramienta para llegar al público. En 2007 lanzó Cinco Historias Para Ellas, una antología con varias escenas especialmente ideadas para el público femenino, aunque encuadradas dentro de la pornografía. Con esta obra, Lust demostró que estaba evolucionando para tener su propia voz dentro de la industria.
Asidua a los festivales eróticos, la directora produjo también tres largometrajes, Barcelona Sex Project, Life Love Lust y Cabaret Desire. En 2010 lanza su propia plataforma de streaming, Lust Cinema, donde cuelga escenas y cortos tanto propios como de otros compañeros internacionales. Estamos hablando de varios años antes de la aparición de Netflix, HBO y este tipo de plataformas. Ya a mediados de los 2010 Lust comenzó una nueva serie, llamada XConfessions, donde rodaba escenas basadas en las confesiones eróticas que los usuarios mandaban a su página. El proyecto sigue adelante en este momento, con numerosas producciones que han sido premiadas en los más importantes festivales europeos. Además, Lust ha publicado numerosos libros, tanto de novela como de ensayo, todos ellos de temática erótica y pornográfica.
En defensa de un porno más abierto
La intención de Erika Lust siempre ha sido ofrecer películas y cortos que además de excitar, enseñasen y abriesen la mente de los espectadores. Utilizar el porno como arma para educar sexualmente, pero también emocionalmente, con todo lo relacionado con la intimidad. De hecho, la propia cineasta considera que el porno es la mejor forma de generar un debate sobre la sexualidad y el género en estos días. Es un arma muy potente que ya ha llegado a millones de personas, aunque está mal utilizada, o no tan bien como se debería. El porno, según Lust, debería ser mucho más abierto y plural, más diverso. Ella misma se implica a fondo en sus filmes para mostrar que hay una realidad mucho más allá de las típicas pornstars americanas, muñequitas perfectas y espectaculares. Lust aboga por un porno más real, más cuidado, y lo cierto es que no le va nada mal con ello.